Ocurrido a un mes exacto de las legislativas nacionales, el tembladeral financiero que sacudió la estabilidad del gobierno de Javier Milei amenaza con complicar aún más las chances electorales de La Libertad Avanza en la estratégica provincia de Buenos Aires, un distrito donde la remontada ya lucía compleja por la magnitud de la ventaja que obtuvo Fuerza Patria el 7 de septiembre. Sin embargo, en el peronismo no es todo color de rosa: la interna entre kicillofistas y kirchneristas sigue al rojo vivo y se expresa ahora en una sorda disputa en la Legislatura.
El clima en el campamento de LLA se corta con cuchillo: más allá del respiro que significó el apoyo del gobierno de Donald Trump, las perspectivas no son buenas. “La provincia está perdida”, dice un armador local. Tal vez haya algo de pesimismo impostado en su diagnóstico -el truco de agitar el fantasma peronista para motivar el voto “anti”- pero lo cierto es que en la comandancia nacional coinciden: solo dan por seguros tres territorios: Mendoza, Entre Ríos y CABA. Y en los dos primeros por las alianzas con gobernadores que no son libertarios.
Existe un triple escenario que la dirigencia libertaria responsable de la campaña utiliza como hoja de ruta de cara a lo que podrían arrojar las urnas el 26 de octubre en la provincia. Lo explican así: “Una derrota por más de 10 puntos es un golpe de KO; una por entre 10 y 5 puntos se puede vender, con un poco de suerte y ayuda mediática, como una elección razonable, casi un empate; perder por menos de cinco puntos es un triunfo”. Realizado sobre la base de lo que indican las encuestas, ese diagnóstico impacta por la exclusión de la posibilidad de un triunfo real.
¿Dónde ir a buscar los votos que faltan? Ese es el quebradero de cabeza del mileísmo en la provincia. Enseguida después de la debacle del 7-S, confiaban en una reacción de los prescindentes, pero ninguna encuesta marca un cambio de clima. Ahora, se añadió otro factor que puede restarles: el malestar que generó entre los productores rurales haber sido excluidos del negocio de la baja de retenciones. El impacto es muy específico, pero puede derramar enojo en la ruralidad, donde el peronismo viene de obtener triunfos que hace décadas no conseguía.
Como contraargumento, los libertarios se ilusionan con el hecho de que el triunfo peronista le debe bastante al hecho de que ellos (más PRO) perdieron más votos que los que ganó FP. Señalan que quienes no fueron a votar expresaron una crítica, pero sin pasarse al peronismo. Y que por eso son “rescatables”. Los identifican con quienes se sumaron al núcleo duro libertario en el ballotage de 2023. Creen que allí impactaron de modo especial las denuncias de corrupción en el gobierno que por ahora parecen tener menos volumen que hace un mes y medio.
Al menos tres semanas antes del 7-S circuló -se consignó aquí- una proyección que daba ganador a Kicillof en esa elección y a Milei en otubre. Parece haber quedado lejana. Hay varios motivos. Destacan dos puramente “políticos”: 1) Los intendentes del peronismo prometen jugar “a fondo” aunque no estén en la lista porque después de lo abrumador de la primera victoria perder muchos votos ahora equivaldría a que le pongan en mote de traidores. 2) Las vías del medio no levantan, sobre todo las dos peronistas, una “coacheada” en Casa Rosada, la otra con un candidato desgastado.
La razón de fondo, de todos modos, es que no hay cambios sustanciales que permitan por ahora darle verosimilitud a una remontada: 1) Atado como reconoció este sábado Guillermo Francos al resultado electoral, el paquete de ayuda es una promesa más para evitar los efectos financieros de una derrota que para provocar una victoria. 2) La realidad micro económica no mejora, aunque el gobierno se entusiasme con mediciones del INDEC como la que marca una baja de la pobreza, difundida la última semana. O los índices de inflación.
El problema aquí son las herramientas desactualizadas. Lo señaló el Observatorio Social de la Universidad Católica respecto de la pobreza: el descenso, medido sobre el pico posterior a la devaluación que dispuso el mismo Milei en diciembre de 2023 esta “sobrerrepresentado”. Un ejemplo pertinente para la provincia: la canasta de Servicios en el AMBA subió 526% desde que arrancó el gobierno, pero el IPC solo 165%. Y los salarios, menos que eso. Resultado: el ingreso disponible de las familias cae, más allá de los índices. Y eso es lo que experimenta el votante.
La interna no para
En el peronismo, creen que podría haber una cosecha de diputados superior a la proyectada: tres o cuatro más que los 15 calculados originalmente. Pero nadie lo dirá en público. Sobre todo, no lo hará Kicillof, que se volvió a involucrar en la campaña porque cree necesaria la victoria, aunque su equipo está decidido a evitar el “efecto Rodríguez Larreta”, esto es que una sobre exposición lo desgaste por anticipado. Mientras, aguarda a que CFK le ponga fecha a una visita que, juran en el entorno de Gobernador, hasta ahora no se hizo porque faltó ese ok.
La campaña peronista no tiene coordinación. Cada uno actúa por su cuenta. Ya pasó en otras oportunidades, pero esta vez el marco es la pelea que no cede un milímetro entre el camporismo y el kicillofismo. El último capítulo de ese duelo se dio en sordina: el Ejecutivo pidió avanzar antes de las elecciones con el proyecto de ley de endeudamiento por casi un billón de pesos. Verónica Magario mantuvo en conversaciones en el Senado incluso con opositores, pero el kirchnerismo, con apoyo del massismo, frenó todo.
“Es todo o nada” fue el planteo K. ¿A qué se referían? A que solo votarán el endeudamiento si tiene adicionado el Presupuesto, la ley Fiscal, las vacantes en la Corte y los cargos en el Banco Provincia. Tal vez el final del limite a la reelección de intendentes también. Hay razones varias para el planteo, entre ellas colocar representantes propios en esos organismos relevantes. Pero el motivo de fondo es otro: con ese endeudamiento, más lo que aún no utilizó del presupuesto 2023, Kicillof dispondría de 3 billones adicionales. Es dinero suficiente para asfaltar el camino hacia 2027, un objetivo que por lo visto no le quieren facilitar.