28/6/2020 | 16:35         
REGION-PROVINCIA
Panorama bonaerense: El doble desafío de volver al aislamiento estricto
El endurecimiento de la cuarentena en el Conurbano plantea a Axel Kicillof un doble desafío, a la vez social y político. Debe lograr que una población que, por motivos de cansancio y afectación económica, había comenzado a relajarse, acate la indicación de volver a encerrase. No es sencillo. Pero al mismo tiempo, necesita que los intendentes colaboren sin fisuras con ese objetivo, aún a costa de malquistarse con algunos de sus vecinos. Es decir, de sus votantes.
Panorama bonaerense: El doble desafío de volver al aislamiento estricto
Larreta, Fernández y Kicillof, el viernes al anunciar las medidas.

Por Andrés Lavaselli- El endurecimiento de la cuarentena en el Conurbano plantea a Axel Kicillof un doble desafío, a la vez social y político. Debe lograr que una población que, por motivos de cansancio y afectación económica, había comenzado a relajarse, acate la indicación de volver a encerrase. No es sencillo. Pero al mismo tiempo, necesita que los intendentes colaboren sin fisuras con ese objetivo, aún a costa de malquistarse con algunos de sus vecinos. Es decir, de sus votantes.

Contra una vulgata que circuló mucho en la semana, Kicillof no le ganó al jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta, ninguna batalla por imponer el cierre estricto. Sencillamente, porque esa escaramuza no existió. La demora en el anuncio –y el hecho de que fuese grabado-, además del delay de la aplicación secuenciada entre mañana y el miércoles, se deben más bien a las dificultades prácticas para aplicar un esquema que, en realidad, no costó tanto acordar.

De hecho, el debate crítico se había saldado la semana previa, ese viernes en que el gobernador recibió al jefe de Gobierno en La Plata. Larreta quería usar solo el factor R –cantidad de contagios a partir de un caso- para tomar decisiones y Kicillof la cantidad de camas disponibles. Se optó por una combinación de indicadores, una vía intermedia que dejó conforme a ambos. Después, los contagios se dispararon a un ritmo tal que terminaron por encuadrar en lo que esa fórmula definía como alerta roja. La decisión de cerrar se impuso, entonces, casi de modo automático.

Pero esa coordinación no resolvió todos los problemas, ni mucho menos. Lo demuestra el esquema para ajustar que se pondrá en práctica, que se apoya en la restricción del transporte. La idea es que las fuerzas de seguridad lo garanticen, multiplicando controles. Sin embargo, hay trampas difíciles de evitar: por ejemplo, para saber con certeza qué trabajador es esencial y cual no (el dato clave de toda la estrategia) hay que cruzar DNI con CUIL, lo que plantea dilemas legales, relacionados con el secreto fiscal.

La otra medida clave pero difícil de aplicar es la reversión de la apertura comercial. De movida, afecta a una población muy afectada en lo económico, que es a la vez la que recibe menos ayuda estatal, en términos relativos. Pero además, la provincia es impotente para forzar su acatamiento: no posee más que una veintena de inspectores. Por eso, la tarea recaerá forzosamente en los municipios ¿Pero querrán colaborar los intendentes en una tarea tan antipática? Muchos dicen que van a “hablar con la gente”, pero no van a clausurar nada. La imagen de una mini rebelión en Avellaneda contra un operativo en locales que violaban el ASPO los impresionó ¿Alcanzará con las sugerencias? Cerca de Kicillof creen que el temor a los contagios los hará entrar en razón. Pero por las dudas miran a que qué harán, sobre todo, los del norte y el oeste: Hurlingham, San Martín, More, Merlo, Moreno, Ituzaingó, La Matanza, José C. Paz, Tres de Febrero y Pilar son distritos bajo la lupa. La mayoría, vale aclarar, son gobernados por el Frente de Todos.

Otros aires

En el interior, se sabe, la realidad es otra. La vida allí está disociada, tal vez como pocas veces antes, de la del Conurbano. Al punto de que desde para esos distritos lo que se está comenzando a analizar es la vuelta a clases. En el gobierno, ya se definió un criterio: será en sincronía con las provincias que pasaron al estadio de separación social, el equivalente extrabonaerense de la Fase 5. Ocurriría en agosto.

Tal vez a favor de ese relax relativo, del interior surgió también una de las pocas novedades políticas que no relacionadas directamente con el virus: una reapertura de negociaciones para votar el endeudamiento que reclama el Gobernador, anudado a la extensión del plazo para devolver a ayuda financiera que dio a los municipios, que le piden los intendentes. Fueron dos alcaldes opositores –el radical Fernández, de Trenque Lauquen y el peronista ambiguo Britos, de Chivilcoy- quienes le sugirieron a Kicillof volver a presentar el proyecto de ley correspondiente en la Legislatura, de dónde había sido retirado, para poder avanzar.

Es difícil que ese expediente se resuelva antes del 17 de abril, cuando en los planes (¿los deseos?) del gobierno se retornará a la fase actual en el AMBA. Pero la movida es interesante más allá de su desenlace. El zoom sobre el tema que mantuvieron María Eugenia Vidal y Hernán Lacunza con los jefes de bancadas de JpC en la Legislatura sugiere algo más que el hecho de que allí se toman en serio el tema. Es un indicador del reingreso de la exgobernadora a la política diaria en el territorio. ¿Volverá a ser la interlocutora principal de Kicillof? ¿O Jorge Macri será un tercero en discordia, como ocurrió a principios de año, durante la batalla por la ley fiscal? (DIB)