(DIB).- La difusión de las cifras de pobreza, que esta semana realizó el Indec luego de dos años de ocultamientos y varios más de distorsiones, terminaron de delinear el difícil escenario sobre el que debe operar políticamente el oficialismo y termina de consolidar al conurbano como el escenario de los desafíos más urgentes que deberá superar si quiere asegurarse el éxito.
En el equipo de la gobernadora María Eugenia Vidal, son varios los que vienen alertando sobre la necesidad de dar respuestas de corto plazo que equilibren el costo social del ajuste económico y aseguren, de ese modo, la estabilidad política, sobre todo en el Conurbano, donde la pobreza golpea más fuerte y está más extendida. Y donde el control político le es más esquivo a Cambiemos.
Para ese sector, el 32,2 por ciento de pobreza –que algunos sectores del Conurbano es superior- es, antes que un planteo (legítimo) sobre causas y responsabilidades, la constatación de la necesidad de que comiencen a notarse los efectos de una recuperación, por motivos que antes que nada son de estricto realismo político.
De eso, entre otras cosas, se habló en el retiro de “team building” que realizó el gabinete en la Unidad Turística Chapadmalal. Aunque no hubo comunicación oficial, el secretario de Comunicación Federico Suárez, dijo a la agencia estatal Télam que repasaron “cómo está la composición de las Cámaras, las encuestas y el escenario de cara al fin de año”.
Si en ese “fin de año” se encierra la preocupación oficial por el recalentamiento de clima social en un período del año que es sensible de por sí, sin necesidad de que haya ajustes de por medio, la mención a las encuestas tal vez enfoque un correlato político de la estrechez económica que también provoca devaneos en el elenco de gobierno.
Es que en el oficialismo circula, hace unos días, una encuesta –que encargó Peña- que mide la perfomance de binomios en toda la provincia. Da a Massa/Stolbizer con 39 puntos, a Cristina Kirchner/Daniel Scioli con 29 y a Esteban Bullrich con 25. Buena parte de ese ordenamiento se explica por la opinión del Conurbano, donde el presidente Mauricio Macri ya figura cuarto.
Jaime Durán Barba dijo, hace unos días, en una reunión en la que participaron referentes bonaerenses de Cambiemos, que lo que importa es que el candidato del oficialismo tenga “baja imagen negativa”, porque con potencial de crecimiento, del resto se ocupa la potencial electoral que siempre acompaña a un oficialismo y la buena estrella que tiene Vidal ante el electorado. Facundo Manes festeja.
La lectura tranquiliza a los referentes de Cambiemos que ven como, mientras tanto, el orden de preferencias que traduce esa medición esteriliza el escenario más temido: la unidad del peronismo. Es que justamente, esos números consolidan la posibilidad de que CFK y Scioli sean finalmente candidatos, lo que ensancha la brecha por el massismo, al menos por ahora.
Mientras, en la Legislatura la preferencia de Vidal (más que de Macri y el gobierno nacional) por Massa tal vez quede refrendada antes de fin de año. Es que allí, mientras esperan un contacto entre la Gobernadora y el líder del FR, se entusiasman con prolongar el año próximo el “pacto de gobernabilidad” en diputados. El Plan A contempla a Manuel Mosca, la mano derecha legislativa de Vidal, como presidente del cuerpo y al massista Ramiro Gutiérrez como vice. Hay un plan B, con el peronismo como aliado, pero es mucho menos factible, entre otras cosas porque allí el peronismo está dividido en tres.
En esa cámara tal vez desembarque, en 2018, el actual ministro de Seguridad, Cristian Ritondo, mencionado esta semana en una serie de cambios en el Gabinete del que solo está semi- confirmada la salida de Edgardo Cenzón. Es un cambio profundo: se trata de un macrista puro, encargado hasta ahora de llevar adelante la obra pública, el principal argumento de campaña para el año próximo.